VOLVER A LO DE ANTES
Hace ya algún tiempo que
conocemos quién es el ganador de la batalla comercial entre los mercados
tradicionales y las grandes superficies. Los supermercados y centros
comerciales han invadido nuestras ciudades, convirtiéndose en la forma más
sencilla, cómoda y barata de hacer la compra. Parece que los mercados, y en
este caso el Mercado de Abastos de Santiago, se quedaron atrás hace años.
Los consumidores ya no
valoran la tradición, el placer de ir a comprar y vivir esa experiencia con los
cinco sentidos. Muy al contrario, lo que prima hoy en día es el tiempo y la
comodidad: si lo tengo todo en el mismo sitio, y lo más pronto posible, mejor.
En esta sociedad se ha instaurado una forma de vida (sobre todo en las nuevas
generaciones) en la que hacer la compra no es un placer, sino una incómoda
necesidad.
Por este motivo, ir al
mercado ya no entra en los planes de la mayoría. Y es una pena. Sí, se pasa más
tiempo para comprar, quizás, lo mismo; se tiene que hablar varias veces con
cada dependiente, en cada puesto; y posiblemente haya que ir a otros sitios a
terminar de adquirir las cosas que no se han podido encontrar en el mercado.
Pero ¿dónde quedaron las
ventajas de ir a comprar al mercado? Se trata de una experiencia mucho más
personal. La gente que habitualmente compra en el mercado (y que,
desgraciadamente, suele superar los 50 años) puede dar constancia de la
cercanía que existe entre los compradores y los vendedores. En el mercado,
normalmente, la persona que atiende no se limita a decir: “hola, son 35.70,
gracias”. Sino que te aconseja, te hace regalos para que no tardes en volver y,
si te conoce, se interesa por ti. Pero no todos sabemos valorar esto.
Además, en el mercado todo
está a la vista, todo es natural. Pasear por los pasillos del mercado es invadirse
de olores y sabores que no se encontrarán nunca en el mejor de los
supermercados, mucho más asépticos. No es solo comprar, es toda una
experiencia.
En este blog hemos querido
homenajear, en cierta manera, a todos los mercados de todas las ciudades que
están viendo disminuir sus ventas y su número de vendedores. No podemos cambiar
la situación, ni convencer a la gente de las bondades de comprar en el mercado.
Pero este es nuestro granito de arena para, por lo menos, impedir que algún día
desaparezcan por completo.
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